martes, 13 de abril de 2010

Dulce despertar

Abrió la puerta de la habitación, la ventana tenía la persiana baja, para más el día estaba nublado. Fingí estar durmiendo, pero podía verla llegar entre mis ojos mal cerrados, se apoyó sobre sus codos en el borde de la cama, esperó un momento, su risa mutó por un rostro de preocupación ante la espera. Entonces con sus dedos índice y pulgar directo a mis pupilas logró apartarlas, abrió mis ojos, la miré sin poder contenerme.
- Papá, ¿el color de ojos que tengo yo es igual al de los tuyos?- mientras me miraba con su pequeño rostro a poco centímetros.
- Si, Valen.
- ¿Viste?, los dos tenemos ojos color brillante.
Se volvió a acomodar hincando los codos y apoyando la mandíbula sobre sus manos que le alzaban los pómulos.
Con sus tres añitos desde hace unos días antes ya no dejaba que la peinara, lo hacía sola enredánsose alguna colita, también elegía la ropa al menos para andar dentro del departamento.
Se me humedecieron los ojos, no me pude contener y la abracé fuerte, ella a mi tambien, jugamos un rato en la cama, por suerte sus risas se hicieron sentir y secaron mi lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

dulce!