domingo, 20 de diciembre de 2009

Acuarela

Recién se fueron todos, por fin voy a descansar un poco. En la mesa están los rastros de una noche más, cajas de pizzas, restos de comida, fernet, cervezas negras, rojas, aperitivos, botellas de colores, gaseosas, ceniceros llenos y en el aire permanece el humo, ese olor a tabaco con el aroma a marihuana que se mezclan pero no se confunden. Ya no es horario pico de tráfico en el departamento, se acerca el momento de la calma y me encuentra sola. Lo aprovecho, me invade la calma, es buen indicador para comer algo tranquila, paso por la cocina a ver que dejaron.
Me relajo y me tiro en el sofá del living que ahora sí lo tengo para mi sola, estiro el cuerpo con todas mis fuerzas, con los brazos hacia delante, me recorre esa sensación de tensión y dureza hasta la punta de los dedos de los pies para después aflojarme, apoyo mi cabeza en un almohadón levantando la mandíbula doblo el cuello, cierro por un momento los ojos y bajo algunas revoluciones.

Después de un momento vuelvo a abrir los ojos y veo un resplandor, nos separa la mesa, detrás, de perfil el monitor de la computadora encendido, me acerco, en la pantalla el reproductor de música con las canciones, entonces presto atención, escucho algunos temas de Charly, Cerati, Soda, mientras las burbujas de colores están ahí encerradas, me marcan un ritmo cuando rebotan entre los marcos de esa caja que los contiene como protector de pantalla.
Mis vecinos los que practican sexo duro, ya están descansando. Miro más allá en el fondo la ventana que me abre las puertas al balcón y de él a la inmensidad, abajo la Rondeu una calle que no duerme en la noche, lleno de chicos y otros no tanto, yendo y viniendo permanentemente, invadiendo sus bares, desde acá arriba es la imagen de un gran hormiguero de pequeñas personas.
Si lo permito la música de la noche se mezcla con lo que escucho siempre, pero prefiero “La hija de la lágrima”, el unplugged de “Rezo por vos” o “Persiana americana” que por cierto dicen que la escribió un estudiante de acá en un concurso, nunca lo confirmé; también me gusta “Un misil en mi placard” y cosas como esas.
Me levanto, camino un poco como deambulando en paz sin saber bien qué hacer, entonces salgo por la puerta de vidrio entreabierta a tomar un poco de aire, veo el cielo teñido de un rosa grisáceo por una espesa capa de nubes, hoy no se ven las estrellas, seguramente lloverá. Contemplo, por un tiempo, no sé.
Paso por el baño, hago pis, me voy a la habitación, ahí tengo dos camas, una en el medio, la otra paralela contra la pared bajo la ventana, elijo esta porque la brisa que entra suavemente acaricia mi cara y eso me gusta. Entonces pienso.
Vivo bien, acá en la ciudad de Córdoba, en un piso doce, a pocas cuadras de la terminal de ómnibus, Nueva Córdoba un barrio universitario, cerca del centro, me doy ciertos lujos que por supuesto los disfruto, tal vez desearía tener un chico para mí ya que a veces me siento sola, lo tengo a Toto pero con un muñeco no es lo mismo, con el me saco las ganas nada más, a veces no me alcanza, no tuve aún penetración, si bien sé que no estoy completamente decidida con quien hacerlo la primera vez, pero me gustaría experimentar qué se siente. A veces veo sexo en directo de los que conviven conmigo con sus parejas,  claro que resulta algo más que interesante.
Ellos, son dos hermanos, él, más joven, los fines de semana casi no está porque habitualmente se va a la casa de los padres, ella sí, se queda normalmente conmigo, tiene mucha gente conocida, es más, en la fiesta de hoy eran la gran mayoría amigos suyos, más que los míos.
En la semana me llevo bien con ambos, jugamos, reímos, comemos juntos, duermo con los dos, más con ella, pero a la mañana cuando se levanta me cruzo de cama y duermo con él también. Entre ellos como en la generalidad de las relaciones entre hermanos, a veces bien otras veces no tanto, personalmente no tengo problema con ninguno, excepto que me mande alguna travesura que los moleste, ensuciar o romper algo, que también puede ser. Igual somos cariñosos.
De vez en cuando con ella vamos a Fotheringham a ver sus padres, no muy seguido, la verdad que no la paso muy bien en esos viajes en ómnibus porque me tomo una gotas para dormir y viajo dopada; allá si, estoy bien, es más como ir a despejarme, un lugar sin ruidos, donde reina la calma, me gusta el verde también y cambiar de ambiente está bueno, esta mole de edificios a veces me sofoca.
Escucho bastante seguido que comentan y envidian la vida que llevo, está bien tengo muchas cosas que otros no tienen y disfruto de tomar alcohol de algún vaso que alguien me acerca, puedo ponerme los ojos rojos de vez en cuando y pruebo de todo, me adapto a todo.
Voy disfrutar de la cama que la tengo toda para mí, mientras me aseo un poco.
Es tarde, aunque se ve el reflejo del monitor con las burbujas que no se cansaron de rebotar y rebotar. Finalizó la lista de canciones. Lentamente se me cierran los ojos, sensación extraña, es como ir bajando la persiana, por momentos no se si estoy despierta porque me confundo todo con un sueño, me arden los ojos, los párpados me resultan pesados, fue un día bastante largo, tengo frío, mejor voy hasta la almohada, me acuesto sobre ella, de a poco me voy acomodando para dormir, me enrosco, coloco mi hocico frío y húmedo entre las patas, suspiro, cierro los ojos si bien mantengo las orejas atentas, entonces pienso, sé que vivo bien, cómoda, llevo una vida feliz, piensan que es así de simple, así de fácil,  pero claro no dan cuentan que veo solo dos colores, que cuesta comunicarnos y en base a mi esfuerzo un poco me entienden, estoy siempre dispuesta a hacerles compañía, traen gente que no conozco y siempre los cuido. Siempre Acuarela está.
Voy a dormir, pronto se van a escuchar las llaves, alguien va a entrar y tengo que estar en la puerta para recibirla.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Acuarela, desde sus vacaciones en el campo, agradece la públicación de su vida privada.