viernes, 6 de noviembre de 2009

Me acuerdo que fue un día que se cayó de la escalera de madera, esa que estaba en el patio. Sara, su tía, lo había amenazado con ponerle una bombacha rosa de Edith, su hija, si se volvía a ensuciar, era la tercera vez que tenía que cambiarlo.
Debajo de la escalera de madera que Anselmo usaba para sus trabajos de albañil, estaba el fuentón grande de chapa lleno de agua con jabón y ropas para lavar.
Todo empezó, debe haber sido más o menos en la primavera de 1979 o de 1980, por ahí.
Aprecié a simple vista un ser tímido, callado, serio, así y todo me pareció un tipito auténtico y transparente.Sin querer ya habia llamado mi atención.
Excepcionalmente tengo este recuerdo. No tengo otra forma de presentar a Florencio más que ésta.

No hay comentarios: